lunes, 1 de octubre de 2007

Las Capitulaciones de Santa Fe

Hola pinyponeros!!!!! Soy Pilar Pastor, espero que os guste mucho mi trabajo. Un beso a todos los pinyponeros!!!!


Las Capitulaciones de Santa Fe

Las Capitulaciones de Santa Fe, de la Vega de Granada, fueron unos documentos firmados por Isabel la Católica, el 17 de abril de 1492 autorizando y financiando la expedición de Cristóbal Colón a las Indias por el mar hacia occidente.

El original de las Capitulaciones no se conserva, lo que se conserva en la actualidad son, en el Archivo de Indias.

Cristóbal Colón, estuvo primero en Lisboa, donde vivió diez años, y luego en España, tratando de vender su proyecto, en el de decía que navegando hacia el Oeste por la Mar Oceánica (hoy Océano Atlántico) podía llegarse a la India, dada su creencia de que la tierra era redonda como una bola. Los reyes portugueses y españoles no le hacían caso a las ideas del navegante genovés, hasta que Luis de Santángel y otros comerciantes que financiaron el primer viaje de Colón, convencieron a la reina Isabel de las ventajas de la "Empresa de Indias".

Después de largas negociaciones entre Colón y los Reyes Católicos, se firmó un documento en la Villa de Santa Fe. Santa Fe era la ciudad fundada sobre el campamento que Isabel la Católica estableció como cuartel general para la conquista de Granada, y las capitulaciones se firmaron en los últimos tiempos del asedio a la ciudad, en abril de 1492, meses antes de la partida del primer viaje. Esos acuerdos se conocen en la historia como Las Capitulaciones de Santa Fe.

En aquellos años se llamaba Capitulaciones al contrato firmado entre los monarcas con particulares para emprender determinadas acciones. De esa manera, la conquista de los nuevos territorios se haría con particulares, no con ejércitos de Estado. Con el correr de los años América se convertía en el nido de los aventureros europeos que deseaban emprender viajes en busca de riquezas.

En las Capitulaciones se le otorgaba a Colón los siguientes beneficios:

  • El título vitalicio y hereditario de Almirante de los mares;
  • El título de Virrey y Gobernador de las tierras a donde llegare;
  • Derecho a recibir la décima parte de todas las riquezas y mercancías obtenidas en la empresa;
  • Tenía autoridad para lidiar en los problemas que se originasen en cuestiones de riquezas;
  • Podía contribuir con la octava parte de los gastos de la expedición, a cambio de recibir luego una parte similar de los beneficios obtenidos.

Con esos beneficios, Colón logró un rápido ascenso social, al pasar a formar parte de la nobleza cortesana.

Las Capitulaciones de Santa Fe significaron un reparto anticipado entre Colón y los Reyes Católicos de España sobre los enormes beneficios que reportaría la conquista de los nuevos territorios americanos, concebidos en sus primeros años como una factoría o empresa comercial de ultramar.

(...) Primeramente que Vuestras Altezas como Señores que son de las dichas Mares Oceanas fazen dende agora al dicho don Christoval Colon su almirante en todas aquellas islas y tierras firmes que por su mano o industria se descubriran o ganaran en las dichas Mares Oceanas para durante su vida, y después del muerto, a sus herederos e successores de uno en otro perpetualmente con todas aquellas preheminencias e prerrogativas pertenecientes al tal officio, e segund que don Alfonso Enríquez, quondam, Almirante Mayor de Castilla, e los otros sus predecessores en el dicho officio, lo tenían en sus districtos.

Otrosí que Vuestras Altezas fazen al dicho don Christoval su Visorey e Governador General en todas las dichas tierras firmes e yslas que como dicho es el descubriere o ganare en las dichas mares, e que paral regimiento de cada huna e qualquiere dellas, faga el eleccion de tres personas para cada oficio, e que Vuestras Altezas tomen y scojan uno el que mas fuere su servicio, e assi seran mejor regidas las tierras que Nuestro Señor le dexara fallar e ganar a servicio de Vuestras Altezas.


Los Reyes aceptaron todas las mercedes solicitadas, excepto el derecho de exclusividad en los pleitos, que dejaron pendiente de verificación, y entregaron a Colón una serie de documentos para su comisión, tales como una carta de presentación (en latín) para los príncipes cristianos que pudiera encontrar, otra (también en latín) para el Gran Khan que reinaba en China, los privilegios pedidos por Colón (nombramientos de Almirante y Virrey), una merced del título de don, y cinco provisiones para la puesta en marcha de la expedición. Entre ellas figuraba una orden a los vecinos de Palos de la Frontera para que pusieran a disposición de Colón las dos carabelas que estaban obligados a pagar "por haber deservido". Esta última provisión explica en parte -se han tejido las más diversas hipótesis al respecto- por qué se escogió Palos de la Frontera como punto de partida. Dicha Villa estaba castigada por haber deservido, es decir, por no haber servido a los Reyes (no sabemos cuándo, pero posiblemente durante la guerra de Granada), a pagar dos carabelas al servicio de la Corona por el tiempo de un año. Para la expedición hacían falta tres, con lo que el problema se redujo a buscar la tercera. La provisión ordenaba a los paleños entregar a Colón las dos carabelas.


Cristóbal Colón abandonó Granada el 12 de mayo. Pasó seguramente por Córdoba para dejar sus dos hijos al cuidado de doña Beatriz Enríquez de Arana y llegó a Palos el 22 del mismo mes. Allí presentó la provisión de castigo anteriormente citada, que se leyó el día 23 en la iglesia de San Jorge. Colón encontró muchas dificultades para enrolar la tripulación. Recurrió al seguro y logró que se apuntaran cuatro presos. Luego logró enrolar en la expedición a Martín Alonso Pinzón, el pescador rico de Palos, jefe de una gran familia y hombre de confianza para sus gentes. ¿Cómo logró convencerlo? El Padre Las Casas razonó: "Algo debió prometerle Colón a Martín Alonso Pinzón, porque nadie se mueve si no es por su interés". Jamás sabremos qué le prometió, no obstante, pues Martín Alonso murió a poco de regresar del viaje y Colón se cuidó mucho de no decir nada sobre este particular.. El alistamiento empezó el 23 de junio y debió ser de cerca de cien hombres.


Más complicada fue la elección de los barcos, asunto que Colón dejó en manos de Martín Alonso, que los conocía bien por razón de su oficio. Este escogió una carabela de Palos y otra de Moguer, que fueron la Pinta (propiedad del paleño Cristóbal Quintero) y la Niña (propiedad de la familia Niño). El tercer barco no fue una carabela, ignoramos por qué razón, sino una nao o carraca pequeña. Se llamaba la Santa María, alias La Gallega. Era propiedad de Juan de la Cosa, marino montañés residente en el Puerto de Santa María, donde parece que Colón negoció la embarcación. La Santa María estaba hecha en astilleros del norte y tenía 100 toneladas de arqueo y 25 metros de eslora. Como era la nave de mayor porte y tenía castillo (donde se instaló Colón con sus mapas y enseres), se convirtió en la capitana. En la nao iban diez hombres del norte, muchos de ellos vascos, y los oficiales reales (escribano Rodrigo de Escobedo, el veedor Rodrigo Sánchez de Segovia y el repostero de estrados del Rey, Pedro Gutiérrez), además del judío converso Luis de Torres, que sabía árabe y hebreo.

El 1 de agosto se cargaron los alimentos. Al día siguiente embarcó la tripulación. El 3 del mismo mes, media hora antes de salir el sol, se soltaron amarras y se efectuó el desatraque. Las tres naves avanzaron hacia la barra del Saltés. La Santa María iba capitaneada por Colón, la Pinta por Martín Alonso Pinzón, y la Niña por Vicente Yáñez Pinzón.

Maqueta de la nao Santa MaríaMaqueta de la carabela La NiñaMaqueta de la carabela La Pinta

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